La masificación de las consultas de Atención Primaria incrementa el riesgo de cometer errores o de incurrir de forma involuntaria en mala praxis médica. Es la advertencia que figura en el informe redactado por la comisión deontológica del Colegio Oficial de Médicos de Asturias que ha sido trasladado ya al Servicio de Salud del Principado.
El trabajo de la comisión deontológica responde a una demanda de los facultativos de Atención Primaria que han pedido el amparo de la organización colegial por lo que definen como un deterioro de la asistencia desde que Ramón Quirós se hizo cargo de la Consejería de Salud. El informe, al que ha tenido acceso La Voz de Asturias, parte de unas consideraciones previas. Así, pone de manifiesto que las consultas médicas sufren un problema crónico de masificación y de presión asistencial excesiva que se ha viso agravado por las reformas realizadas por la Consejería de Salud. La investigación enumera hasta seis circunstancias que inciden en la situación actual. Primero, el cupo de pacientes por médico supera ampliamente el límite aconsejable de 1.500. Segundo, la organización asistencial es irracional, con continuas modificaciones de agenda. No existe un número máximo de citas al día ni a cada paciente se le asigna un tiempo de atención razonable. Tercero, los mismos facultativos han de atender a todas las personas que requieren atención urgente. Cuarto, el SAMU por falta de personal se ve obligado a movilizar también a los médicos de Primaria. Quinto, el facultativo aborda todo el aluvión de actos médicos y las cargas burocráticas que conllevan sin ayuda de ningún tipo. Y sexto, los médicos han de asumir además las funciones de los pediatras durante las guardias.
Con estos antecedentes, la comisión deontológica estima que la atención al enfermo, que es la razón del sistema sanitario, se ha convertido para los médicos en una actividad que se realiza de forma "apresurada, azarosa" y "siempre masificada". El informe afirma que se ha retrocedido a tiempos pasados y se ha instaurado un modelo meramente asistencial en el que no hay tiempo para las sesiones clínicas, la formación o el estudio. En este contexto, la docencia e investigación, siempre según el colegio, languidecen, víctimas de la sobrecarga asistencial que desmotiva y atenaza a los profesionales. Las prisas y el cansancio hacen mella en los desalentados facultativos que advierten de los riesgos de la práctica de la medicina en tan adverso escenario. Así, siempre según el estudio, el agotamiento puede ser fuente de descuidos involuntarios y de comportamientos negligentes. El sistema estructurado de esta forma pone en riesgo al paciente y obliga a la práctica de un acto médico precario.
El documento, que obra ya en manos de la Administración sanitaria, señala a modo de conclusiones que no es de recibo que se obligue al médico a atender a un número ilimitado de pacientes, y se le haga trabajar con presión, prisas y cansancio. La imperiosa necesidad de poner límites a la asistencia obedece, según la comisión, al derecho de los pacientes a ser atendidos por un profesional descansado y experimentado. Se ha de lograr articular una organización racional de la asistencia que no ponga en peligro al paciente ni violente al médico en su ejercicio. La contención del gasto nunca puede servir de pretexto para privar al paciente de los recursos humanos necesarios. Si la Administración desoyera estas recomendaciones y persistiese en la caótica situación actual, el colegio se vería obligado --señala-- a emprender acciones más drásticas.
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