Vivimos en un mundo globalizado en el que empresas, mercancías y capitales circulan libremente a lo largo y ancho del planeta, buscando la rentabilidad que suponen legislaciones sociales y medioambientales más permisivas y generando miseria y pobreza a su paso. En este contexto, las personas migrantes constituyen el rostro humano de la globalización. Por todo ello, la Asamblea General de Naciones Unidas decidió proclamar, en el año 2000, el 18 de diciembre como Día Internacional del Migrante. Se calcula que unos 200 millones de personas viven fuera de sus países de origen por múltiples razones y distintas causas. De manera voluntaria , en busca de oportunidades para alcanzar una vida mejor o involuntaria, como los refugiados, las personas víctimas del tráfico de seres humanos o de otras redes de explotación.
Estamos asistiendo a una crisis financiera internacional más que palpable en todos los ámbitos y que nos afecta a todos. En España la situación económica se agrava ya que a la crisis financiera internacional se une la del sector inmobiliario, lo que conlleva a un importante aumento del paro en dicho sector, que ha sido uno de los motores económicos de los últimos años. Con ello, los dos pilares en los que se apoyaba el crecimiento económico de la última década, el consumo desde el lado de la demanda y la construcción desde la oferta, se ven seriamente afectados. Además, los efectos de la crisis se están trasladando al conjunto de la industria. El paro aumenta y alcanza casi la barrera de los tres millones de desempleados, afectando en mayor medida a los colectivos de trabajadores más vulnerables, siendo uno de ellos el de los trabajadores migrantes. Lo demuestra el hecho de que el mayor repunte de desempleo registrado en el mes de noviembre se observa entre los parados extranjeros, incrementándose un 12,5% respecto al mes anterior.
Hay una clara segmentación del mercado de trabajo, donde las personas migrantes ocupan los puestos de trabajo más precarios, bien por las condiciones de los mismos, bien porque desarrollan esta actividad laboral en la economía sumergida. Aún así, en muchas ocasiones utilizamos esta realidad para culpar a la migración como una de las causas de la situación que estamos atravesando.
Una sociedad es tal gracias a todos los ciudadanos y ciudadanas que forman parte de ella y solo aunando el esfuerzo común se consigue hacer frente a las distintas vicisitudes con las que se encuentra. Para paliar los efectos de la crisis debemos reforzar la protección, coordinar las distintas actuaciones y no olvidar que los trabajadores migrantes también son ciudadanos, a los que rara vez se les reconoce su contribución como tales y que han aportado sus conocimientos, capacidades, esfuerzo y trabajo, de manera activa, al desarrollo de la sociedad.
Hoy no es un mal día para recordar que hay dos elementos básicos en el proceso de integración de los migrantes, tanto de los españoles que retornan, como de las personas extranjeras que han elegido España como destino; la inserción laboral ha de producirse en condiciones de igualdad y calidad y que el derecho a vivir en familia no puede verse limitado. Por todo ello desde UGT Asturias queremos recordar:
1) La necesidad de ratificar instrumentos internacionales que garantizan derechos fundamentales de los migrantes, entre ellos de los trabajadores y que favorecen la lucha contra quienes se lucran a costa de la necesidad, promoviendo un marco de protección de las víctimas.
2) Es preciso garantizar la igualdad de trato y oportunidades en el mercado de trabajo y en la sociedad.
3) Es imprescindible el desarrollo de políticas de integración que aboguen por la verdadera convivencia, la cuál no es posible sin el respeto a las diferencias y la lucha contra las desigualdades.
Emigrantes e inmigrantes comparten dificultades a la hora de insertarse en el mercado de trabajo español, en condiciones de igualdad. Los obstáculos para el reconocimiento de las cualificaciones y experiencias adquiridas en los países de origen o de emigración, se suman a una rotación constante en determinados sectores. Es preciso reconocer la contribución de emigrantes e inmigrantes, una contribución como ciudadanos y en igualdad.
*Ana Múñiz. Secretaria para la Igualdad de UGT Asturias
Publicado en lavozdeasturias
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