No se ha comprobado que ningún Dios estuviese presente el día que se decidieron repartir cerebros entre la humanidad, y ese craso error aún lo estamos pagando. Acólitos de la ideología más rancia y apolillada, siempre están atentos a que surja alguna crisis para repetir las asquerosas y malintencionadas frases de turno: “Conozco a un sudamericano en mi barrio, con cuatro hijos, que le pagan el piso de alquiler, le dan una paga por cada hijo, y luego se saca un dinerillo trabajando en negro“. “Les dan piso, les dan subvenciones de hasta 1.400 euros, y ellos viven con cuatro perras y lo mandan todo a sus países. Es una vergüenza. En mi tiempo, íbamos con papeles y contratos de trabajo“. Aquí, en Valencia, en Madrid, en Barcelona o en Alaska. El mensaje ha calado entre borregos, y siempre habrá un caso que sirva para la generalización.
Nuestros chicos/as del Hogar no cumplen con aquel precepto de que “cada uno es de un padre y una madre“. En la mayoría de los casos, una de las dos figuras no existe, y en algunos incluso, la ausencia es doble.
Pablo es ahora un adolescente que llegó a nosotros siendo un niño - noticia. Sin él saberlo, se hizo famoso por aparecer su historia en las primeras páginas de sucesos de la prensa provincial del Norte. Hoy hablando con alguien de los Servicios Sociales del Reino (Diputación Foral), me decían que no se puede esperar compromiso ni seriedad de su familia. Que en el hogar está muy bien. No seré yo quien juzgue a su familia. Pero buena o mala, es la que tiene. Y Pablo, los necesita. Cada vez más. Eso le he transmitido a las altas instancias, para que tengan a bien considerarlo a los efectos oportunos (que dicen las cartas)
Protección de menores, acogimiento, salvaguarda de sus derechos fundamentales, educación, manutención, procesos de autonomía, inserción sociolaboral…
Deborah es una adolescente española de origen nigeriano. Estuvo una temporada larga con nosotros, dado que sus vínculos familiares más cercanos no podían hacerse cargo. Su hermano mayor, que podría, no quería. Se pasó un mes comiendo bocadillos que le daban sus vecinos. La madre de Deborah, una vez pasada la tormenta, fue en su búsqueda para lograr la guarda y custodia de su hija. Recuperarla.
En los Servicios Sociales del Reino, cuentan que las familias inmigrantes son muy ruidosas y no se puede trabajar bien con ellas. En apenas una semana de reuniones/discusiones, la madre se hizo con la riendas de la familia. Ni un requisito, ni un seguimiento, ni una coma, ni un pero… La protección, acogimiento, educación, salvaguarda… de una menor, echados por tierra a la primera de cambio. La madre llevaba ocho días en la calle después de cumplir condena de un año. Pero ya era apta, para el buen desarrollo familiar y el cuidado y bienestar de Deborah. Ja!
Qué suerte la de Deborah a partir de ahora. Y qué putadón para Pablo. Nuevamente las leyes de este país beneficiando a los inmigrantes. Ja!!
Publicada por: Asier el 7 de Octubre , 2008(Educablog)
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