viernes, diciembre 5

Nace el "Conceyu por otra Función Pública"



" El día 5 de payares constituyóse’l Conceyu por Otra Función Pública n´Asturies (COFPA), como asociación abierta a tolos trabayadores pertenecientes a les estremaes Alministraciones Publiques asitiáes n´Asturies, cualquiera que seya la rellación de emplegu que tengan con les mesmes.
El Conceyu xurde nun momentu nel qu’el Gobiernu d’Álvarez Areces pretende afitar y enanchar dafechu’l sistema de función pública clientelista, güei instituyíu y sofitáu na confianza personal y nel control políticu del personal, pente medies d’una nueva Llei de la Función Pública Asturiana, de la que yá se conoz l’anteproyeutu, na que s’inxeren tolos preseos afayadizos pa degradar darréu los principios d’igualdá, méritu y capacidá nel accesu y na promoción profesional, y les condiciones de imparcialidá y oxetividá imprescindibles para cumplir cola obligación de servir exclusivamente a los intereses xenerales de los ciudadanos y ciudadanes..............."
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De esta manera se presenten publicamente las@ compañer@s del Conceyu por Otra Función Pública ( otra Administración para Asturias). Una iniciativa muy interesante y necesaria .

Desde aquí vamos a reproducir el último de los articulos editaos por el COFPA en el su blog.

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"Andrening". XUAN CÁNDANO, La Nueva España


Confieso que me apasiona el caso del doctor Andrenio. Como consumidor de medios de comunicación, como periodista y como ciudadano. Como consumidor mediático y como periodista reparo en la perplejidad, que ya apuntó Gregorio Morán en un memorable artículo, ante una información de tal calado, que llega a los periódicos -generalmente los medios que paren las noticias que los demás luego reproducen- a través de un anuncio de pago en un diario, encargado por el propio médico. También en el escaso seguimiento del tema de muchos medios, tan volcados en cambio en lo que no preocupa en la calle, como la política de los políticos. En alguno ni apareció. Como ciudadano me interesa mucho el debate sobre la sanidad pública, la calidad en la asistencia, la burocratización de las batas blancas, la ética profesional que sugiere la sanción al doctor Andrenio y la rebelión de los pacientes que ha provocado. No entro en si el médico es culpable o inocente, víctima o verdugo. Carezco de la información suficiente, que solamente es algo más completa que la publicada, pero nunca válida para juzgar con equidad. Sé que Andrenio es un buen médico, celoso de su trabajo y extraordinariamente laborioso. Tampoco se me escapa que sus relaciones con muchos compañeros no son buenas. Desconozco si precisa tratamiento psiquiátrico, como parece que defiende el Principado. Pero lo que me parece importante es que su caso ha destapado la soledad y el aislamiento de algunos profesionales entre las grietas del Estado del bienestar. Son las víctimas de un reciente y moderno síndrome en las sociedades avanzadas. Los que padecen el «andrening».

Ni la palabra ni la aguda reflexión que supone han salido de mi cabeza, sino de la bien amueblada que sostienen los hombros de Marcelino Laruelo. Es Laruelo, además de autor de un puñado de libros imprescindibles para los estudiosos de la guerra civil en Asturias, un tipo raro en estos tiempos, más dado al pensamiento que al grosero materialismo, buen conversador, generalmente a voces, porque así se expresa su peculiar tonalidad y su espíritu «playo». Como cuando va al volante sus neuronas se alteran al ritmo de las revoluciones del coche y sus reflexiones se hacen más profundas, un viaje de Gijón a Llanes, durante el pasado fin de semana, le sirvió para parir esta teoría del «andrening», que luego nos expuso a una amplia y divertida concurrencia.
La interpretación de sus palabras es mía y libre: «andrening», dícese del síndrome que padecen los profesionales que se sienten tan acosados por los jefes como por sus propios compañeros. Un «mobbing» de doble dirección. Hace tiempo que ha desaparecido eso que nuestros padres llamaban «el orgullo del trabajo bien hecho». Hubo un tiempo que hasta los sindicalistas necesitaban el aval que daba ser muy respetado por la excelencia laboral. Eran los mejores mineros, los más ejemplares entre los caldereros, los más destacados en el tajo.
Marx alentaba a los proletarios a rebelarse contra la explotación y su yerno Paul Lafargue prefería «el derecho a la pereza», pero entre la revolución y la indolencia siempre estuvo el trabajo honrado y el sudor de siglos, que a este lado del mundo nos ha permitido pasar del hambre a la opulencia. En este paraíso del consumo mundial donde vivimos, el de los dos coches, las dos viviendas, las hipotecas y los ordenadores portátiles, ya no se trabaja para vivir, sino para amasar más dinero. La vida ya la tenemos asegurada. No importa el trabajo. Sólo los ingresos. El que piense lo contrario está en fuera de juego. Y el que se empeñe en navegar contra corriente en su actividad profesional es un loco solitario y peligroso. Para los jefes supone un estorbo nocivo y excepcional. Y para muchos compañeros, un inadaptado que los pone en evidencia. La de las víctimas del «andrening» suele ser una patética soledad. Son «quijotes» embarcados en la inútil tarea de racionalizar las tareas estúpidas, en reclamar justicia cuando conseguirla es utopía o en exigir servicios públicos donde no hay más que egoístas intereses. Si tienen suerte, sólo provocan conmiseración: «Pa qué te metes en líos», «nun merez la pena»... Si provocan hartazgo, pueden llegar a ser odiados: «Ésti nos quier joder», «esta chavala nun para de metese en tolos charcos»... Los del «andrening» son testigos incómodos, presencias embarazosas, héroes para las minorías, que les quedan lejos, y villanos para las mayorías, en cuyo seno se consumen. Son pocos y de conducta tan insólita, en esta sociedad donde la rebeldía y la valentía cotizan a la baja, que es difícil no reconocerlos, sobre todo en la Administración y en los servicios públicos.

Yo conozco a muchos, pero sólo voy a recordar a algunos que pasaron el síndrome, afortunadamente para ellos y para la sociedad.

La jueza allerana Blanca Esther Díaz fue la primera que se enfrentó en Marbella a la corrupción urbanística que encabezaba el alcalde Gil y Gil. Cumplir con su obligación con grandes dosis de coraje le ocasionó una suspensión de sus funciones, una terrible persecución personal y una soledad absoluta en su carrera judicial. El entonces vicepresidente del Consejo General del Poder Judicial, José Luis Manzanares, se convirtió en uno de sus más implacables perseguidores. El economista y profesor universitario gijonés José Manuel Agüera optaba a una cátedra para la que tenía sobrados merecimientos en la Universidad de Oviedo. Pero parece que en la institución académica, no sólo en Asturias, pesan más las intrigas, los amiguismos y la endogamia que los méritos. Agüera acabó en León como un «exiliado» universitario y Asturias tuvo que prescindir de su magisterio. El auditor Antonio Arias era gerente de la Universidad en un equipo rectoral, que no es el actual, y tuvo la osadía de exigir que las cuentas fueran correctas y la gestión económica ortodoxa. Ahí empezó su calvario laboral. Decidió dejar el puesto por otro en la Universidad de Salamanca. Hace poco regresó a Asturias, donde ahora es Síndico de Cuentas del Principado. Fernando Urruticoechea se convirtió en uno de los más cualificados expertos en corrupción urbanística de España tras su paso como interventor municipal por el Ayuntamiento de Castro Urdiales, la localidad cántabra también llamada «la Marbella del Norte».Exigir el estricto cumplimiento de la norma y negarse a avalar escandalosas ilegalidades le supusieron sanciones, un tormento judicial que no ha cesado, una baja por depresión y graves problemas familiares. Pero ha recuperado la tranquilidad laboral en el mismo puesto en el Ayuntamiento de Laredo, ha visto caer al gobierno municipal que lo convirtió en su enemigo a batir y hasta puede disfrutar feliz de su hermosa residencia llanisca.

El «andrening» debe ser un síndrome tan raro como los individuos que lo padecen. Parece que se cura perseverando.

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La Procuradora exige a Asturias que mejore la atencion a los menores



Asturias carece de un modelo concreto de atención a los menores no acompañados que residen en centros de acogida. Así de claro lo dice María Antonia Fernández Felgueroso, Procuradora General de Asturias, en su informe sobre la situación de este colectivo presentado ayer en la Junta General del Principado.

El avance de la investigación recomienda a la Consejería de Bienestar Social que acometa una serie de medidas para mejorar la situación de los menores alojados. Reclama primero que establezca un análisis de situación, de las demandas y de las previsiones del fenómeno. Solicita también un estudio de los recursos y medios disponibles y, en su caso, de los que serían necesarios.

El informe de la procuradora insta también a la Administración del Principado a articular los mecanismos de coordinación entre Bienestar Social, Educación y Salud para lograr una atención integral de los menores. Lo que siguen son las principales recomendaciones de la procuradora.

ACCION PROTECTORA

Reducir las demoras en las distintas fases.

La procuradora recomienda específicamente agilizar las distintas fases del proceso de protección de estos menores. Así, reclama a la Administración que facilite la atención inmediata, acogimiento incluido, de estos adolescentes aunque se tengan dudas sobre su minoría de edad.

Solicita también que se cumpla la limitación temporal de 45 días que fija la ley para la estancia de los menores en la unidad de primera acogida.

El trabajo conocido ayer insta a la Administración a asumir la tutela del menores de forma inmediata para evitar que, durante la fase de estudio sobre las circunstancias del afectado, el adolescente quede privado o aminorado en sus derechos.

Las posibles repatriaciones, la procuradora es clara y afirma que la oportunidad de retorno sólo deberá ser apreciada cuando existan garantías en el interés superior del menor.

Asimismo, el informe solicita a la Administración que documente al menor y tramite su residencia con la mayor agilidad posible y sin esperar a los nueve meses previstos en la ley.

Sería aconsejable, dice el informe, la elaboración y entrega a los menores de un documento provisional que les permita realizar las gestiones de la vida diaria. Fernández Felgueroso solicita también, que culminada la estancia del menor en la unidad de primera acogida, la Administración, previa audiencia con el afectado, dicte una resolución expresa y motivada sobre la mejor medida de protección aplicable.

Preparar a los menores para su inserción laboral

Por ello resulta imprescindible, según la procuradora, la adopción de programas específicos de inmersión lingüística.

Fernández Felgueroso recomienda acompañar la inmersión lingüísticas de acciones formativas que preparan a los menores para el empleo.

La Administración debe garantizar también que los menores sean informados plenamente y en un idioma, que entiendan las pruebas y revisiones médicas que se les practiquen y los posibles tratamientos.

El informe de la oficina de la procuradora subraya que el consumo de sustancias tóxicas es residual y solicita una mayor atención por parte del sistema sanitario para esta problemática.

Informe

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