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La comida espera en casa de Mohammed Smaili, en Oviedo. A la mesa, una abundante representación de los platos tradicionales marroquíes. Y cuatro comensales que esperan a que e

Cuando el sol se oculta empieza la primera comida del día, que a pesar de la hora se llama desayuno. La costumbre es comenzarla con unos dátiles, y el resto del menú depende de las posibilidades de cada uno. Este grupo de inmigrantes, en este caso, ha querido recordar la celebración del Ramadán como se vive en Marruecos y la mesa parece un buffet magrebí. Junto a la harira --la sopa tradicional de Marruecos, a base de garbanzos, perejil y fideos-- se pueden encontrar dulces como el selu, hecho a base de harina. Se trata de reponer fuerzas después de todo un día sin comer, por lo que abunda la repostería, que aporta un alto contenido calórico.
Durante este noveno mes del calendario islámico, los musulmanes no probarán bocado durante el día. Tampoco está permitido ingerir líquidos, fumar o las relaciones sexuales, además de las palabras malsonantes. En cambio, sí se puede trabajar y rezar. En definitiva, explican, el Ramadán es un periodo para dejar atrás lo material y "contenerse". Además, a cada practicante se le solicita que ahorre dinero durante todo el mes --la cantidad varía en función del país y del precio de los alimentos--. Al finalizar la etapa de ayuno, este dinero se entregará a la mezquita o a las personas que menos tengan.
La cultura islámica ya no resulta tan desconocida como antes, por lo que los empresarios, explican estos cuatro marroquíes, no ponen objeciones al ayuno de sus trabajadores. "Recuerdo que en Cataluña hasta ayudaban dejándoles trabajar solo media jornada". Con todo, aún hay unos pocos casos en los que afloran los prejuicios. "Hay gente que te mira mal; gente con la cabeza dura que sale perdiendo. La ignorancia es muy atrevida", se lamenta Mohammed.
Al final, los empresarios, asegura el colectivo, se muestran conformes cuando ven los resultados. Porque el trabajo sale igual que el resto del año. De hecho, para Abdel Smaili, hermano de Mohammed y que este año celebra por primera vez el Ramadán en Asturias, el clima del Principado ayuda. "Aquí es mucho más llevadero. En Marruecos llegábamos a los 45 grados". Por lo general, continúa Abdel, "el primer día toca sufrir", pero a medida que pasa el mes el organismo se acostumbra al nuevo ritmo. Nordin Smaili, otro de los hermanos de Mohammed, también recuerda la etapa que pasó en Cataluña, donde el sol apretaba. Aún así, asegura que pese a llevar haciéndolo muchos años "no noto cansancio".
"El ayuno que antes hacían los católicos era mucho más duro", apostilla Mohammed. "Los había que no probaban bocado durante el día ni durante la noche". Lo cierto es que algunos musulmanes extienden el ayuno a los lunes y jueves de todo el año, aunque ya no es un rito obligatorio y la práctica en Asturias está mucho menos extendida. "Sobre todo si trabajas".
A la mesa de los Smaili se sienta también su compatriota Mostafa El Aidouni, que trabaja mano a mano con Mohammed en la asociación hispano-marroquí Azahra Alianza. Lo consideran ya de la familia, y más durante este mes, cuando las celebraciones son numerosas y en ellas se invita a familiares y vecinos. "Cuantos más invitados tengas, mejor".
Este es precisamente el propósito con el que nació la fiesta del Ramadán que la asociación organiza en Oviedo desde hace siete años, en la sede de la asociación juvenil Santullano. La cita se volverá a repetir el próximo día 20 y los miembros de la asociación esperan congregar a la hora del desayuno --sobre las 21 horas-- a más de un centenar de comensales de toda Asturias, entre musulmanes y no musulmanes. "La invitación está abierta a todo el mundo y hasta ahora nunca ha faltado la comida".
Fuente:J. Cuevas/lavozdeasturias (foto:Pablo L.)
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