Hace tiempo que la Dirección General de Tráfico intenta que se imponga de nuevo que la edad mínima para montar un ciclomotor se eleve hasta los 15 años. La propuesta debía entrar en vigor en septiembre, pero se ha vuelto a aplazar. Los fabricantes han venido advirtiendo que esa medida --en un país tan motero como España-- puede hacer caer gravemente sus ventas, porque el ciclomotor es iniciático. Un argumento empresarial respetable, pero que, hoy por hoy, no debe pasar por delante del dato sobrecogedor de los muchos adolescentes que han perdido la vida los últimos años a los mandos de su primer vehículo de motor. Cuando se anteponen los intereses económicos a la salud pública, mal vamos.
Por otra parte, esas cifras tan descorazonadoras contrastan con el descenso de la mortalidad gracias, sobre todo, al carnet por puntos. El proceso ha sido curioso: hubo al principio un brusco descenso de los accidentes debido al temor de los automovilistas a la nueva medida. No duró mucho. Poco a poco, los malos conductores perdieron ese miedo y volvieron a sus prácticas habituales, lo que tuvo como consecuencia un nuevo incremento de la siniestralidad. Y por último, visto a más largo plazo, la pérdida de puntos y la retirada de carnets ha ido limando los números hasta conseguir una de las mejores evoluciones de Europa, si bien partíamos de una base muy pobre.
Hoy por hoy, buena parte de los muertos en carretera son motoristas. Son, ciertamente, el sector más vulnerable en carretera --no hay más que atender a la polémica de los temibles guardarraíles--. En ocasiones, son automovilistas los culpables al no tenerlos en cuenta, pero de nuevo echemos manos de la estadística: en la mayoría de los casos, conducían con exceso de velocidad. Levantar la mano en la legislación no haría sino agravar una situación ya mala de por sí.
Fuente:lavozdeasturias
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