miércoles, febrero 20

El viaje de ida y vuelta de Jamal

El viaje de ida y vuelta de Jamal

Llegó al centro de acogida de Loiu hace siete años y ahora trabaja allí como educador. «Los chavales me respetan porque he vivido lo mismo que ellos»

17.02.08 - TERESA ABAJO t.abajo@diario-elcorreo.com
«En Marruecos, la única conversación entre los jóvenes es Europa. Dicen 'quiero un coche', 'quiero una novia' y cada uno elige un país». Jamal Anejdam, el séptimo de nueve hermanos, vivía en Fez y quería comprarse una moto. En su familia «no faltaba para comer, pero no podíamos permitirnos lujos», recuerda. Tenía quince años cuando se lanzó «a la aventura» oculto entre las ruedas de un autobús. Le descubrieron tres veces en la aduana de Tánger y acabó metiéndose en la caja de climatización de un autocar. Así logró cruzar el Estrecho. Llevaba un buzo de mecánico «y ropa buena debajo, para no parecer un inmigrante ilegal».

Aquel viaje le llevó a Barcelona y desde allí, por referencias, al centro de menores de Loiu, donde aterrizó en 2001. Ahora trabaja allí. Además de las normas que se pueden leer en las paredes -'Hago caso a los educadores', 'No me peleo con mis amigos', 'Limpio el módulo', 'Participo en las actividades'- Jamal entiende las reglas no escritas. «Los chavales me respetan mucho porque he vivido lo mismo que ellos», dice. Les habla en su idioma -árabe o bereber- y con la mirada.

Escapada a Berlín

Es el único educador de los centros forales que ha pasado por esta experiencia, aunque su historia se resiste a encajar en un molde. Tiene algo de trotamundos y mucho de superviviente, y es probable que acabe dedicándose a la política. El suyo es un viaje de ida y vuelta. Va con frecuencia a su país y da charlas a los chicos que sueñan con Europa. Les habla de los riesgos del viaje «para que sepan lo que se van a encontrar. Hace dos años cuatro chavales murieron por drogas. Otros acaban en la cárcel y eso no se cuenta en Marruecos, no quieren conocerlo. Es tan difícil llegar que lo ven como una aventura, no como un proyecto migratorio».

Él también tuvo su baño de realidad. Llegó al centro de Loiu en su etapa más conflictiva y varias veces pensó en el regreso, «pero era una vergüenza volver con las manos vacías». Empezó a trabajar en Mercabilbao mientras hacía un curso de electricidad y aprendía castellano. Después de dos años y medio, pasó a un piso de acogida, hizo más cursos y encontró empleo en una empresa de carpintería metálica donde le hacían «la vida imposible. En toda la obra ponían 'moro de mierda'». Al cabo de unos meses, decidió poner distancia rumbo a Berlín.

Se fue con un amigo argentino que, como él, tocaba en la calle y en algunas fiestas. «Mi sitio estaba enfrente del Palacio foral». En Berlín se ganaba la vida con la música, al igual que en Brasil, Argentina, Uruguay y Bolivia. Durante dos años, «iba y venía. Viajaba por viajar, pero los problemas los llevaba conmigo». Acabó volviendo a Vizcaya, «donde había dejado amigos», y se dedicó a hacer cursos, todos los que pudo. En una de sus carpetas guarda certificados de su participación en cursos de monitor de tiempo libre y educador social, y en programas sobre inmigración.

Alcalde «en 2030»

En otra carpeta va almacenando sus proyectos. Ha presentado en Caja Madrid un plan para la integración de jóvenes inmigrantes en Euskadi. También quiere promover el «turismo social» de jóvenes vascos «para que convivan con nuestras familias. Que no sólo conozcan en país, sino que lo sientan». Cree que esa es la manera de acortar distancias. Por mucho que se avance en los centros de acogida, «el problema está en la calle, en las miradas. Cuando salgo de mi círculo de amigos noto que me miran con desconfianza, y eso duele mucho. A las chicas a veces no les dices que eres de Marruecos para que no piensen mal. Dices otra cosa, Brasil o Egipto».

Jamal «es autodidacta», resume el director del centro de Loiu, Carlos Sagardoy. «Siempre se ha buscado los recursos, las asociaciones, los contactos. Ha pasado momentos malos, de decir 'esto no es lo que me había imaginado', pero tiene iniciativa y se interesa por los chicos. Quizá es un poco impaciente, quiere conseguir las cosas enseguida», afirma.

Juntos han logrado una subvención para comprar instrumentos musicales, dentro de un proyecto de actividades de ocio. Teclado, batería... los chicos «no tienen que aprender, todos tienen ritmo». Su fuerte es la percusión y él se luce con la darbuka. Ha formado un grupo de música árabe, 'Dakamarrakhia', que guarda las chilabas en el centro de Loiu. A los chavales les lleva a actuaciones, a fiestas interculturales o de excursión. «Me suelen preguntar '¿hay alguna salida? El otro día acabamos en Oviedo».

Con sus ahorros no sólo se ha comprado la moto, una 'Gimera'. También tiene un 'Opel Corsa' -«todo de segunda mano»- y una furgoneta, ahora averiada, que lleva en sus viajes a Marruecos. La llena de cosas que recoge entre la gente que conoce -ropa, comida, juguetes, herramientas- y que reparte por los montes del Atlas, «la zona más abandonada del país. El año pasado murieron 30 niños por una ola de frío».

Aunque en Marruecos tiene una familia numerosa a la que visita a menudo, en Vizcaya ha encontrado un «padre», Carlos y una «madre», María. Es su vecina y todos los días le prepara la comida, «con muchas especias». En la casa donde vive, Jamal tiene un telescopio en su habitación y una ikurriña en el balcón de la sala. «Me la dio María». A sus 21 años, le gustaría aprender euskera y estudiar Ciencias Políticas, quizá para ser «el alcalde de Bilbao en 2030». Este podría ser el lema de su campaña: «Los inmigrantes no vamos por la vida siempre pidiendo, podemos dar mucho más de lo que la gente cree».
«En Arcentales los chicos están todo el día enfadados»

Antes de incorporarse a la plantilla de Loiu, Jamal Anejdam trabajó durante un mes en el centro de Arcentales, que ha sido desalojado temporalmente tras el incendio provocado por algunos internos el pasado domingo. «Acabé pidiendo la baja», recuerda. Los chavales sólo reciben una atención básica, sin programas formativos, y el día se hace largo. «Intentamos hacer alguna actividad, pero no es suficiente. Y bajar al pueblo está casi prohibido. Te sientes más un carcelero que un educador».

Él trabaja ahora con algunos de los jóvenes que salieron de Arcentales en pisos de acogida y «son muy educados». En Arcentales, «los chicos están «todo el día enfadados. En un grupo siempre hay alguno que la lía, que se pelea con todos, pero a veces se pelean por pasar el rato. Aunque no lo sean, se hacen conflictivos», afirma.

Pese a la situación de este centro, que al igual que el de Artxanda se abrió para evitar la saturación de otros servicios, el joven considera que la Diputación, que en total acoge a 339 menores extranjeros, ofrece una asistencia de calidad, sobre todo en comparación con otras comunidades autónomas. «Esta es la zona que mejor atiende a los inmigrantes, en Barcelona y en Andalucía no dan cursos como aquí». Por ello cree que «hay que dialogar con otras comunidades para que respeten la Ley del Menor».
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Col•lectiu DRARI دراري d'Investigació Acció Participativa pels Drets de l'Infant
www.DRARI-Col-lectiu-IAP-Drets-Infant.blogspot.com

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La Procuradora exige a Asturias que mejore la atencion a los menores



Asturias carece de un modelo concreto de atención a los menores no acompañados que residen en centros de acogida. Así de claro lo dice María Antonia Fernández Felgueroso, Procuradora General de Asturias, en su informe sobre la situación de este colectivo presentado ayer en la Junta General del Principado.

El avance de la investigación recomienda a la Consejería de Bienestar Social que acometa una serie de medidas para mejorar la situación de los menores alojados. Reclama primero que establezca un análisis de situación, de las demandas y de las previsiones del fenómeno. Solicita también un estudio de los recursos y medios disponibles y, en su caso, de los que serían necesarios.

El informe de la procuradora insta también a la Administración del Principado a articular los mecanismos de coordinación entre Bienestar Social, Educación y Salud para lograr una atención integral de los menores. Lo que siguen son las principales recomendaciones de la procuradora.

ACCION PROTECTORA

Reducir las demoras en las distintas fases.

La procuradora recomienda específicamente agilizar las distintas fases del proceso de protección de estos menores. Así, reclama a la Administración que facilite la atención inmediata, acogimiento incluido, de estos adolescentes aunque se tengan dudas sobre su minoría de edad.

Solicita también que se cumpla la limitación temporal de 45 días que fija la ley para la estancia de los menores en la unidad de primera acogida.

El trabajo conocido ayer insta a la Administración a asumir la tutela del menores de forma inmediata para evitar que, durante la fase de estudio sobre las circunstancias del afectado, el adolescente quede privado o aminorado en sus derechos.

Las posibles repatriaciones, la procuradora es clara y afirma que la oportunidad de retorno sólo deberá ser apreciada cuando existan garantías en el interés superior del menor.

Asimismo, el informe solicita a la Administración que documente al menor y tramite su residencia con la mayor agilidad posible y sin esperar a los nueve meses previstos en la ley.

Sería aconsejable, dice el informe, la elaboración y entrega a los menores de un documento provisional que les permita realizar las gestiones de la vida diaria. Fernández Felgueroso solicita también, que culminada la estancia del menor en la unidad de primera acogida, la Administración, previa audiencia con el afectado, dicte una resolución expresa y motivada sobre la mejor medida de protección aplicable.

Preparar a los menores para su inserción laboral

Por ello resulta imprescindible, según la procuradora, la adopción de programas específicos de inmersión lingüística.

Fernández Felgueroso recomienda acompañar la inmersión lingüísticas de acciones formativas que preparan a los menores para el empleo.

La Administración debe garantizar también que los menores sean informados plenamente y en un idioma, que entiendan las pruebas y revisiones médicas que se les practiquen y los posibles tratamientos.

El informe de la oficina de la procuradora subraya que el consumo de sustancias tóxicas es residual y solicita una mayor atención por parte del sistema sanitario para esta problemática.

Informe

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