Otro de los participantes con que contaremos será Enrique Martínez Reguera, psicólogo, pedagogo y educador entre otros roles. Lleva toda una vida dedicada a la pedagogía infantil, centrada en niños marginados, desde una visión en la que les ve como seres completos y con potencial para autodesarrollarse, y donde el educador no debe ser un tutor que le juzgue y le controle, si no una persona que en todo caso le ayude a descubrir sus potencialides.
"Los únicos especialistas en marginación son los propios marginados. Y ellos no precisan de tutela ni beneficiencia, ni de cultivados técnicos u obstinados pedagogos. Respiran de lo que respiramos todos: del respeto que se les tenga, de la justicia que se les otorgue, de algún espacio en el que habitar y algunas posibilidades en las que sentirse útiles."Todo esto está muy bien, ¿Pero en la práctica qué? Precisamente esto es lo que hace que Reguera no sea un pedagogo más, ya que tiene la autoridad moral que le da el haber criado a más de 50 niños y adolescentes a los que acogió en su casa en distintas etapas, conviviendo con ellos, y ayudando a su desarrollo huyendo de autoritarismos y paternalismos, acompañándoles en su crecimiento y ayudándoles a descubrir sus virtudes.
"También me gustaba que los críos dispusiesen de un espacio personal, que fuera como el arca de sus secretos, o el baúl en donde atesorar sus chucherías, un cajón abierto pero de uso exclusivo de cada chaval. Carlitos tenía el volumen de aquel cajón repleto de cajitas de cerillas, nuevas, idénticas entre sí y vacías, ¿para qué querría aquel panal de huequitos en orden perfecto?. Tiempo después se atrevió a explicármelo: diecinueve cajitas o las que fueran a lo largo, once o las que fueran a lo ancho y cuatro o las que fueran a lo alto, y en ese lugar exacto estaría escondido su secreto, por ejemplo un anillo de oro o cualquier billete bien doblado. Sin saber la combinación, variable a su capricho, o sin ir abriendo de una en una todas las cajitas, nadie podría encontrarlo. Con ocho años Carlitos acababa de inventar el arte combinatorio, que protege y constituye la clave de toda caja fuerte, y el psicólogo del colegio se empeñaba en convencemos de que el niño tenía un coeficiente muy bajo."
El Martes 20 de Abril tendremos la oportunidad de escuchar a Reguera, de aprender de sus experiencias, y de preguntarle por esa extraña manera de tratar a los niños y adolescentes excluídos en la que en vez de golpes, miedos y cárceles hay responsabilidad, cariño e incluso finales felices.
"Lo que realmente le ocurría a José Ángel era el ser un niño muy lúcido, muy resuelto, con una acometividad impetuosa, y arrebatado de rabia.
Rabia por los desprecios y penurias de que habría sido objeto su madre en el pueblo, cuando él era muy chiquito, rabia de que las instituciones le hubiesen recluido en un orfanato, la propia rabia que cría el orfanato, rabia de que luego le echaran a nosotros y rabia contra nosotros, como verdaderos cómplices, por haber encajado tanto desatino sin rechistar; ¡qué razón tenías chaval! pero entonces yo era tan candoroso que me imaginaba en territorio neutral y como un cuerno de la abundancia rebosante de bondades. Rabia pues, por todo y contra todo.
[...]
Quién nos lo habría de decir, de tanta rabia tanto cariño."
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