Cerca de un millar de personas se congregaron en la iglesia para despedir a la joven, que fue esperada a sus puertas por numerosos familiares y vecinos, entre los que se encontraban muchos jóvenes y un grupo de compañeros que se habían desplazado desde Guadalajara.
La llegada del féretro con los restos mortales de S.G. fue uno de los momentos más emotivos que se vivieron durante la tarde, cuando el silencio respetuoso se hizo presente y fue roto únicamente por el tañido de la campaña y los sollozos de los amigos de la joven.
El féretro, que previamente había sido trasladado desde el Instituto Anatómico Forense de Madrid hasta el Tanatorio de Ciudad Real, llegó acompañado de numerosas coronas en las que se podían leer mensajes de sus padre, madre y hermano, así como de sus tíos y los maestros de los jóvenes, entre otras muchas.
Tras el ataúd fueron llegando sus familiares más cercanos, su abuela y su hermano y, posteriormente, su padre y su madre, que actualmente se encuentran en prisión y lo hicieron acompañados de agentes de la Policía Nacional, igual que uno de los tíos de la niña.
La madre, que inicialmente entró a la iglesia con entereza, no pudo evitar acabar derrumbándose durante la ceremonia religiosa, donde permaneció todo el tiempo acompañada de su hijo. Ambos escucharon la homilía abrazados y consolándose, mientras el párroco dedicaba palabras de consuelo a los familiares por tan dolorosa pérdida.
El sacerdote quiso agradecer a las autoridades administrativas y a las Fuerzas de Seguridad del Estado que hicieran posible que los padres de la chica pudieran asistir al entierro.
Fernando Cano señaló que la oración de la tarde era como "un gran abrazo" para S.G. y pidió la intercesión de la Virgen del Pilar y la Virgen de la Consolación, para consolar a los padres de la niña. "Mamá, mi hija no. No puede ser", gritó en varias ocasiones la madre de S.G. mientras miraba a la abuela de su hija.
La homilía acabó con la lectura por parte de una profesora del colegio Juan Alcaide, en el que estudió la joven, de un texto que expresaba el aprecio que tuvo de sus profesores y el dolor por su pérdida.
"Siento mucho que te hayas marchado tan deprisa y te hayas llevado tu alegría y tu sonrisa. Desde aquí me atrevo a decirte, en nombre de toda la comunidad escolar del 'colè de Primaria, que siempre recordaremos de ti lo mejor", leyó la profesora.
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