75 niños y adolescentes, de ellos 215 guipuzcoanos y el resto extranjeros, viven en pisos de acogida. La red de viviendas se ampliará este año en diez centros, que se unirán a los cuarenta en marcha-----------------------------------------------------------------------------------------
DV. Todos los niños deberían vivir una infancia feliz pero, desgraciadamente, algunos se ven privados del calor de un hogar, del cariño de los padres o de los juegos con hermanos y amigos. Esta realidad no es ajena a Gipuzkoa, donde los datos referidos a menores en situación de riesgo atendidos por la Diputación no paran de crecer. Si en 2007 fueron un total de 1.350, en los primeros cinco meses de este año ya se han contabilizado 1.285. Desde la Dirección de Infancia y Juventud especifican que algunos de estos niños y adolescentes vienen siendo atendidos de años anteriores, pero las cifras de nuevas incorporaciones corroboran esta tendencia al alza. Así, la institución foral ha acogido entre enero y mayo a 303 menores nuevos, lo que supone un crecimiento aproximado del 50% respecto al mismo periodo del año pasado. Y las previsiones hablan de unos 725 menores para fin de año, 245 más que en 2007.
La llegada de menores extranjeros no acompañados explica este fenómeno. Pero sólo en parte. «Es cierto que están llegando más y que hay un incremento importante respecto a años anteriores, pero el aumento también se está dando con menores guipuzcoanos», asegura José Ignacio Insausti, director foral de Infancia y Juventud.
De los menores que actualmente viven en pisos de acogida, 215 son guipuzcoanos -45 tienen de 0 a 10 años- y 160, extranjeros. En lo que va de año han residido en estas viviendas casi 600 chavales, «de los cuales el 60% son guipuzcoanos», apostilla Insausti, quien subraya un dato significativo: 34 bebés guipuzcoanos que aún no han cumplidos los 3 años residen en estas viviendas forales porque su familia es incapaz de ofrecerles los cuidados que requieren.
Gipuzkoa cuenta en la actualidad con 40 pisos de acogida para estos menores, una cifra que se incrementará este año con otras 10 viviendas, lo que requerirá una inversión cercana a los siete millones de euros.
Salvo alguna excepción, estas casas estarán situadas en núcleos urbanos, tal y como establece el extenso decreto del Gobierno Vasco que se publicará a inicios de agosto y que viene a unificar los distintos criterios y ritmos de las tres diputaciones vascas, que tendrán cuatro años para adecuar los centros de menores, acabar con la masificación y ajustar los ratios de cuidadores.
Un proyecto educativo
La directora de Bienestar Social del Gobierno Vasco, Elena Ayarza, explica que este decreto, que ha salido adelante con un «alto grado de consenso», recoge un abanico de recursos capaz de atender las necesidades de distintos menores, «porque no es lo mismo un niño de 5 años que un chaval de 17». Eso sí, siempre pensados en su vertiente educativa.
Por ello, en el texto se especifica que, a excepción de los centros para chavales con trastornos de conducta, estos pisos no pueden estar aislados. «Si lo que queremos es que los menores en situación de desprotección lleven una vida lo más integrada y normalizada posible, haremos lo que hacemos con nuestros hijos: que puedan salir a la calle, que se encuentren con otros, que vayan a la escuela o al centro educativo del barrio o el más cercano... Y eso, si los pones en la punta del monte, no es fácil».
El decreto no distingue entre niños y adolescentes extranjeros y autóctonos, «porque prevalece la condición de menor. Hay que salvaguardar sus derechos como tal por encima de cualquier otra consideración». Lo que sí se diferencian son las necesidades, «y no es lo mismo que nos encontremos con un adolescente sin escolarizar que a un niño de 8 años que va a clase y que incluso puede contar con determinada red familiar y que, por ejemplo, los fines de semana pueda ir a casa de unos tíos».
Las nuevas directrices, en cuya elaboración han participado las diputaciones, hablan de cuatro 'programas' o recursos generales: el de acogida de urgencia, el básico general, el de emancipación a partir de los 14 años y el de emancipación a partir de los 16 años. También contempla otros dos tipos de viviendas especializadas para atender a adolescentes con problemas de conducta y programas no obligatorios para adolescentes embarazadas, que hayan sido madres o con bebés de 0 a 3 años.
En el caso de los pisos para menores con problemas de conducta se realiza una excepción y los centros no tienen por qué situarse en núcleos urbanos. La Diputación de Gipuzkoa tiene prevista la apertura de una vivienda de este tipo y José Ignacio Insausti asegura que ningún ciudadano «se va a encontrar junto a su casa con un centro especializado».
El rechazo vecinal hacia los centros de menores está provocando no pocas dificultades para la puesta en marcha de los pisos de acogida, algo de lo que son conscientes en el Gobierno Vasco. «Tiene mucho que ver con la amplificación de ciertos episodios que existen, que han existido y seguirán existiendo. Son episodios en los que están implicados un número muy reducido de estos menores, pero como se destaca eso, se tiende a generar la imagen de que un centro de menores, y ya no se pregunta si son extranjeros o no, es fuente de conflicto. Por lo tanto, de la misma forma que las colectividades nos negamos a que nos pongan un tanatorio al lado de casa, tampoco queremos un recurso para menores».
Fuente:
diariovasco (28-7-8)
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