
"LOS INTERESES DE NUESTRAS MULTINACIONALES SON NUESTROS INTERESES"
“En estos países quien llega primero consigue las mejores oportunidades de relación”. Los imperios europeos, en las dos últimas décadas del siglo XIX, participaron de la carrera por África, repartiéndose, a partir de la Conferencia de Berlín (1884-1885), el pastel africano. Hasta 1879 solamente controlaban, al menos directamente, una pequeña parte del territorio de África y realizaban la mayor parte de su comercio desde sus enclaves costeros. Al finalizar el siglo la mayor parte del continente había sido repartido entre las potencias europeas.
La frase que abre este texto no pertenece, sin embargo, a Leopoldo de Bélgica -o a cualquier otro de los imperialistas europeos reunidos en Berlín-; tampoco es una frase de Stanley o de alguno de los exploradores presentes en la Conferencia, contratados para descubrir África y, de ese modo, garantizar los derechos imperialistas. Se trata, por el contrario, de una idea mucho más moderna, pronunciada por el actual presidente del gobierno asturiano, Vicente Álvarez Areces, durante su reciente viaje humanitario -si nos dejamos llevar por las fotos publicadas en la prensa- por Angola y Sudáfrica. Dicho viaje -el primero de un presidente autonómico a estos dos países- se ha realizado en el marco del Plan África 2006-2008, aprobado por el gobierno español hace dos años.
Las obscenas fotos del presidente asturiano junto a niños africanos recuerdan las protagonizadas por otro asturiano insigne, Rodrigo Rato, cuando abanderaba el supuesto giro social del Fondo Monetario Internacional, institución financiera que Rato dirigía. En beneficio de Areces hay que señalar, en todo caso, la transparencia de las afirmaciones públicas que rodearon el viaje. Cualquiera que haya seguido las declaraciones institucionales durante la expedición no puede sentirse engañado por un puñado de fotos: Graciano Torre, consejero de
Industria y Empleo, señaló -antes de la partida- que el objetivo del viaje era explorar las oportunidades de negocio para las empresas asturianas; Álvarez Areces -ya en pleno viaje- afirmó su confianza en la vocación de internacionalización de las empresas asturianas; y Severino García Vigón, presidente de la patronal asturiana -que formaba parte del amplio
séquito de empresarios y sindicalistas que acompañaban al presidente-, confirmó la orientación de esta gira africana al afirmar que se trataba de llegar antes que los empresarios catalanes, murcianos o gallegos
Para el jefe de los empresarios asturianos, en Angola “queda casi todo por hacer” tras décadas de guerra. Las oportunidades de inversión son enormes, ya que el país presenta una tasa de crecimiento económico del veinte por ciento anual y tiene grandes recursos petrolíferos y minerales (diamantes, oro), la mayoría de ellos sin explotar. Y como es necesario realizar importantes inversiones y asumir elevados riesgos -faltan infraestructuras básicas para hacer negocios, como hoteles de lujo- los empresarios asturianos deben saber que existe libertad para la repatriación de beneficios e importantes exenciones fiscales durante los seis u ocho primeros años. Estas facilidades recuerdan a las obtenidas, desde finales del siglo XIX, por compañías concesionarias privadas que, a cambio de inversiones en vías férreas, obtuvieron millones de hectáreas y concesiones mineras y explotaron brutalmente a la población autóctona, logrando suculentos beneficios.
La presentación descarnada de estos viajes institucionales como iniciativas para hacer negocios privados es síntoma del amplio consenso social logrado: los intereses de nuestras multinacionales son nuestros intereses. Hoy en día, cualquier persona con un mínimo de sentido común comprende y aplaude que el presidente de turno o el rey de siempre viajen a América Latina, a África o al fin del mundo -rodeados de un amplio cortejo empresarial y sindical- a representar los intereses de nuestras empresas, a garantizar nuestra seguridad energética y, en fin, a defender con uñas y dientes nuestro nivel de consumo -imprescindible condición para seguir lubricando el proceso de acumulación capitalista- a costa del expolio de recursos y la explotación de la población en otras partes del planeta.
Y mientras se internacionalizan nuestras empresas, los países europeos, cuna de la civilización, discuten sobre derechos humanos: se trata de decidir cuánto tiempo -cuarenta días, seis meses, dieciocho meses- se puede encerrar a las personas inmigrantes por no tener papeles.
Fuente: Eduardo Romero/Glayiu
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